Una selfie tomada por un mono en 2011 le dio la vuelta al mundo por la curiosa forma como este animal logró captar su rostro con una cámara. Sin embargo, nadie pensó que la imagen iba a generar toda una disputa legal por los derechos de autor.
Todo empezó cuando el fotógrafo británico David Slater interactuó con unos macacos en medio de una selva en Indonesia; pero se llevó una gran sorpresa cuando una de las hembras, conocida como Naturo, tomó la cámara y empezó a realizarse cientos de fotografías.
La imagen rápidamente se volvió viral por los curiosos gestos que captó este primate con este dispositivo; como si hubiera aprendido a manejarlo desde antes.
Sin embargo, las fotografías generaron toda una batalla legal unos años después; ya que el hombre interpuso una demanda en contra de Wikipedia por haber usado la imagen sin permisos.
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Por su parte, Wikimedia alegó que la foto era de dominio público porque fue el primate el que apretó el botón de la cámara y por eso consideraba que “los derechos de autor correspondían al mono”.
De esta forma, la oficina de Derechos de Autor de EE.UU. emitió un concepto en 2014 aclarando que los “trabajos producidos por la naturaleza, animales o plantas no pueden tener copyright”.
Segunda disputa legal
A pesar de que el caso ya había sido desestimado, una nueva batalla legal surgió entre el fotógrafo británico y la organización de los derechos de los animales PETA.
La polémica se reinició en 2015 cuando esta organización demandó a David Slater por haber comercializado las selfies del mono a través de un libro.
En su demanda, PETA argumentó que el mono debería beneficiarse de las normas de propiedad intelectual y recibir los recursos que le correspondían.
“El caso histórico de PETA generó un debate a nivel internacional sobre la necesidad de extender los derechos fundamentales a los animales para su propio bien y no en relación a cómo pueden ser explotados por los seres humanos”, manifestó en su momento Jeff Kerr, abogado de PETA.
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La ONG resaltó que la selfie del mono demostraba que el animal era consciente de lo que hacía y por lo tanto pidió que los derechos de autor le fueron asignados al animal y que PETA administrara las regalías en beneficio de las especies en peligro de extinción.
En esta ocasión, el fallo se dio en 2017 luego de que un juez dictaminara que los derechos de autor pertenecen al fotógrafo, porque los primates no pueden ser propietarios de obras.
A pesar de la polémica, el fotógrafo británico y PETA llegaron a un acuerdo amistoso sobre las ganancias generadas por las selfies del mono; por lo que Slater se comprometió a donar el 25% de esos ingresos para el cuidado y bienestar de los primates.
Finalmente, este curioso caso le dio la vuelta al mundo y la imagen sigue causando curiosidad en las redes sociales en donde todavía se tiene un debate sobre realmente quién tiene los derechos de autor de la curiosa selfie de un mono.
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